Sábado 19, los soldados de Rommel, abatidos, asolados,
destruidos, anonadados por la estrategia de su contrincante Mongomery vieron
una rayo de esperanza cuando… pero empecemos por el principio, en eso nos
pararemos más adelante.
El rocío se cernía sobre las praderas hasta donde alcanzaba la vista, era una de estas mañanas lluviosas de julio. La gente aún se desperezaba en sus sacos cuando la música comenzó a sonar.
Después de nuestros deberes matinales, tuvimos que ponernos
manos a la obra, y defender una candidatura olímpica para diversos países
haciendo folletos, mascotas, PowerPoints, banderas, cortometrajes. Durante la
comida sorprendimos a nuestro compañero de las fatigas felicitándole su
cumpleaños con una estupenda tarta a cargo de nuestros grandes chefs, Valentín y Merchi.
Cuando la lluvia nos
dio un pequeño respiro y sol salió por fin, salimos a continuar con nuestros
juegos olímpicos. Como grandes atletas que somos, demostramos nuestras habilidades
en las disciplinas de baloncesto y voleibol.
Al terminar de asearnos, llenamos el buche con una maravillosa "Nouvelle Cuisine". En la velada jugamos al gran juego en honor a los dos mariscales Rommel y Mongomery. Fue una batalla cruenta, muchos soldados de ambos bandos perdieron su vida en honor de su país. Cuando Rommel estaba contra las cuerdas consiguió matar la bandera, y ganó la dura, larga y sangrienta batalla campal.
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